martes, 10 de mayo de 2011

La gran contradicción del zoo

Una visita al zoo me ha generado una gran contrariedad. Nunca me había manifestado en contra de este tipo de recintos y es que a mi modo de ver,  el zoo es un lugar que me ofrece la oportunidad de observar animales de muchísimas especies distintas, que de otro modo quizás nunca podría llegar a ver. Por otra parte, es inevitable darse cuenta del sufrimiento y tristeza que embarga a los animales de un zoo. Verlos fuera de su hábitat, en un clima totalmente distinto al suyo y encerrados en espacios demasiado reducidos, me ha dado mucho que pensar.


Y es que aunque las instalaciones del zoo estaban en perfecto estado, el servicio era genial y los animales se veían en un buen estado de salud y bien alimentados,  la falta de libertad a la que se ven sometidos me ha podido más que cualquier otra cosa.




Pájaros atrapados en jaulas, sin la posibilidad de alzar el vuelo. Leones y tigres con su instinto cazador completamente dormido. Enormes osos obligados a vivir individualmente en recintos demasiado pequeños y áridos. Rinocerontes refrescándose como pueden en una diminuta balsa. No podemos olvidarnos tampoco de los espectadores, niños golpeando cristales para atraer la atención de los animales,  adultos arrojando comida y algún que otro residuo a los habitáculos y por si fuera poco millones de flases de cámaras… Sin duda una situación estresante a la que el animal se ve sometido constantemente.


Los animales al igual que los humanos, sufren no sólo dolores físicos, sino también psicológicos, que pueden manifestarse  con movimientos repetitivos que realizan sin necesidad vital, como el simple balanceo de la cabeza, lamer barrotes, dar vueltas sobre uno mismo, entre otros. Estos síntomas ponen de manifiesto la posible caída del animal en la locura y muestran que un zoo quizás no sea el lugar más apropiado para su residencia.



Con todo esto no quiero decir que deban prohibirse los zoos, una solución podría ser la de conformarnos con ver un menor número de animales, pero que por el contrario estos gozaran de grandes explanadas y espacio donde poder vivir. Hay que añadir, que un gran número de zoos contribuyen al mantenimiento de especies en peligro de extinción y que además de cuidarles, vigilan la salud de los más débiles y enfermos que en la naturaleza difícilmente podrían sobrevivir con sus recursos.



Una monita muy famosa


Jingga, la monita más famosa del zoo de Barcelona, se ha convertido en toda una estrella que acapara las miradas y cámaras de los visitantes más curiosos. La mona y su lesión de brazo provocada por la inexperiencia de la madre cuidando a su cría, han sido las protagonistas del  programa documental “Veterinaris” de TV3, que este año cuenta con el patrocinio de Affinity y el Zoo de Barcelona.

Jingga os manda un saludo y muchos besos a todos los animalíticos.